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Según datos
ofrecidos por la Academia de Televisión, los niños (2)
pasan al año el equivalente a 23 días del curso escolar
viendo televisión. Consumen 143 minutos diarios, (aproximadamente
dos
horas y media ) (3)
y en la mayoría de los casos programas dirigidos al público
adulto. Las
emisiones más vistas por los niños en 2002 fueron:
Eurovisión, llegando a picos de audiencia de hasta un 91% de share
(4)
, seguida del fútbol (Partido Corea-Japón 02 y España-Irlanda)
con un 86,5% de share. Es destacable que éstos programas coinciden
con las emisiones más vistas por toda la población, lo que
significa que los niños consumen la misma programación que
los adultos. Así lo corrobora el hecho de que entre los programas
más vistos por los niños estén Los Simpsons (con
cifras de entre 55 y un 67% de share), dibujos animados destinados a público
adulto y paradójicamente consumido principalmente por niños.
¿Qué está ocurriendo con los contenidos televisivos
que ven los niños? ¿por qué consumen televisión
para adultos?, ¿no existe suficiente programación destinada
al público infantil o ésta no les interesa?, o es que…¿pasan
demasiado tiempo delante del televisor consumiendo indiscriminadamente
sea o no sea de interés, sea o no para su edad? Pedro
Núñez Morgades
(5),
Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid destaca la importancia de
crear un organismo que vele por los contenidos televisivos, especialmente
aquéllos que consume el público más joven: “Aunque
es un tema polémico hemos pedido la creación de un Consejo
Audiovisual a nivel nacional…Yo, en ese Consejo, sentaría
también a los programadores porque tienen que darse cuenta de que
los programas basura resultan muy baratos, pero que al fin y al cabo todos
somos parte de la sociedad y es nuestra obligación comprometernos
con ella”.
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En el ranking de los programas
más vistos entre niños de 4 a 12 años no falta
Operación Triunfo (muy por delante de los Simpsons), programa
que, si bien podemos considerar que trata ciertos “valores culturales”
como el interés por la música, el esfuerzo por alcanzar
un sueño, etc. no deja de transmitir otros mensajes menos apropiados
para el público infantil y juvenil, como la competitividad,
el fomento del star system y del sensacionalismo, sin contar con la
idea irreal que fomenta en torno al proceso en el que los artistas
desarrollan su carrera, su |
formación, creando
estrellas efímeras surgidas de la noche a la mañana
que suelen desaparecer con la misma rapidez. |
Creando cierto sentimiento de frustración tanto en los jóvenes
concursantes que viven un triunfo momentáneo como en los preadolescentes
y adolescentes espectadores que desean participar del mismo camino al
estrellato. Así lo demuestra el elevado número de participantes
en el casting. Ángeles
Gervilla, catedrática de educación infantil y
psicóloga opina a cerca del fenómeno Operación Triunfo:
“transmite el sentimiento de competencia, de lucha entre ellos.
En las primeras edades hay que prescindir de la competición porque
gana un niño y pierden 50”.
Otros programas de gran audiencia infantil en el 2002 son “Ana y
los 7” y “Yo soy Betty la fea”. En el primer caso se
trata de una serie española de escaso contenido educativo, sin
más objetivo que el entretenimiento de la familia. En el segundo,
hablamos de una telenovela colombiana dirigida al público adulto,
de argumento sencillo e igualmente ausente de pretensión educativa
alguna.
Esto es lo que consumen nuestros hijos durante más tiempo del aconsejable.
El motivo parece ser principalmente uno: ausencia de suficiente tiempo
por parte de los padres para dedicarlo a sus hijos. Lo que supone, en
un gran número de casos, que la pequeña pantalla se convierta
en niñera improvisada gracias a su inmenso poder de atracción
sobre los teleespectadores en general y sobre los niños en particular.
Las estadísticas (6)
desvelan que el 62% de los menores no está vigilado por sus padres
cuando está ante la tele y lejos de paliar esta falta se potencia,
ya que más de un tercio de ellos tiene televisión en su
cuarto, lo que significa que sólo el 38% de los padres ve los mismos
programas que sus hijos.
Sólo existe un modo de proteger al teleespectador frente al consumo
indiscriminado de cualquier oferta televisiva y ese es: enseñar
a consumir televisión, despertar la actitud crítica y participativa.
“La raíz del problema está en que los padres tienen
muchísimas obligaciones y la manera de entretener a los niños,
de tenerlos tranquilos en su casa, es ponerles la televisión, sin
saber qué les están dando a sus hijos, no seleccionan, no
los orientan. Es fundamental que el adulto ayude al niño a consumir
televisión, que nos sentemos con ellos y comentemos lo que ocurre.
La manera de que un niño no absorba todo lo que la televisión
le transmite es que el adulto la vea con él y la comente”
afirma Ángeles Gervilla.
Por otra parte Pedro
Núñez Morgades (7),
destaca la importante labor socializadora de la televisión en la
formación de los niños y la responsabilidad educadora de
ésta en un momento en que la familia pierde presencia en la educación
de los menores: “por diversas circunstancias que podríamos
analizar, como el trabajo de los cónyuges, es una realidad que
la educación de nuestros hijos no se está llevando a cabo
por parte de la familia, por eso considero el fenómeno de la televisión
como uno de los más importantes elementos de socialización
del individuo” afirma.
Nos encontramos en un momento en que la labor educadora es una batalla
perdida por parte de las familias y de los centros educativos y que al
mismo tiempo, los niños dedican una gran parte de su tiempo a consumir
una televisión “deseducativa” que les crea una imagen
tergiversada de la realidad y les fomenta actitudes poco favorables para
su desarrollo mediante referentes poco acertados. Más allá
de fomentar el enorme potencial de la televisión para llegar a
un gran público a través de contenidos de carácter
educativo resulta imprescindible recuperar el papel educativo que la familia
un día tuvo, quitar a la televisión el rol de niñera
cuando los padres no pueden hacerse cargo de sus hijos y que ésta
pase a ocupar el papel que se merece y en cualquier caso por debajo del
compromiso educativo de la familia.
Franjas horarias:
Resulta muy difícil crear unos contenidos educativos aislados
destinados específicamente a público infantil pues las franjas
horarias de consumo infantil no se respetan, de tal manera que los niños
consumen la misma programación que los padres. Según datos
de la Academia de Televisión el 96 por ciento de los niños
siguen ante el televisor pasadas las 22:00 horas, franja horaria no destinada
al público infantil. Por otra parte, el momento del día
con mayor
audiencia de público infantil (año 2002) es en
horario prime time (8)
con un total de 41 minutos, seguido por la franja de mañana con
35 minutos.
En cuanto a las cadenas
de televisión más consumidas por el público
infantil en 2002 se encuentra Antena 3 con un share (9)
del 28,7% en horario de sobremesa, a la que le sigue de cerca TVE1 en
horario prime time. Comparando estos datos con respecto a la distribución
horaria del consumo televisivo de toda la población se observa
que la cadena de televisión más vista por todo el público
en general es TVE1 en horario prime time (al igual que los niños)
de lo que es fácil interpretar que los niños pasan a consumir
TVE1 cuando están en compañía de adultos (sus padres),
en horario prime time, es decir por la tarde noche, cuando han terminado
su jornada laboral y no en el resto del día.
Juan
Mª Casado, jefe de relaciones institucionales de Radio
Televisión Andaluza (RTVA) cataloga de desolador el panorama actual
de la televisión educativa en España, “hay pocos programas
de televisión educativa y los pocos que hay están en horarios
cuasi marginales. Los que hay gozan del favor de la audiencia, pero salvando
esta realidad, todo lo demás es casi un páramo. En España
estamos muy lejos de tener una posición razonable de contenidos
educativos en la televisión”, afirma.
Parece claro que la televisión educativa ha de ser un proyecto
conjunto y para toda la población, niños y mayores y no
un oasis destinado a los más pequeños.
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Difícilmente pueden
los padres contribuir al desarrollo de una actitud crítica
y participativa de sus hijos ante lo que consumen frente a la pequeña
pantalla si ellos mismos carecen de ella, por ello se hace necesaria
una educación en medios que fomente la actividad del telespectador
pasivo, que le permita conocer cómo se elaboran los programas
que consumen, sus procesos, sus recursos, etc. |
Por ello, el Centro
Nacional de Información y Comunicación Educativa
se propone contribuir al desarrollo de recursos educativos orientados
a la Educación para los Medios y para ello cuenta con un grupo
de expertos trabajando para diseñar y producir una serie de programas
audiovisuales destinados al uso didáctico en el aula dentro del
ámbito de las optativas sobre Medios de Comunicación que
forman parte del currículo de la Educación Secundaria.
Violencia
La violencia es el aspecto que ha levantado más polémica
y ha creado más conciencia social en torno la importancia de proteger
a niños y jóvenes del consumo indiscriminado de contenidos
televisivos y de otra índole (10)
inapropiados. El detonante fue la oleada de delincuencia infantil y juvenil
vivida hace unos años en la que dejaron huella casos que conmocionaron
a la opinión pública. Aún está presente en
nuestro recuerdo el asesinato perpetrado por dos niños de 6 y 8
años a otro de tres en Inglaterra en el que los propios psicólogos
no daban crédito a que niños tan pequeños permaneciesen
inmunes ante las súplicas del niño fallecido, el asesino
de la catana en Granada o las dos jóvenes adolescentes que asesinaron
a una amiga para saber qué sentirían. Una vez más
las estadísticas desvelan datos; en este caso referido al elevado
número de mensajes violentos que un niño presencia por televisión
en un año, nada menos que 2.000 y 8.000 asesinatos antes de acabar
primaria, a lo que podemos añadir que en la mayoría de los
casos sin el comentario, asesoramiento o enseñanza pertinente de
un adulto. “Los niños se limitan a ver y a repetir…la
televisión actual mata la creatividad de los niños”
afirma Ángeles
Gervilla.
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