Algunos interrogantes  

 
     

¿Telebasura? ¿televisión de calidad? ¿televisión educativa? En cualquier caso, “telepolémica”. Parece difícil conseguir una televisión a gusto de todos, ¿es la televisión reflejo de la sociedad o por el contrario la construye, creando hábitos de conducta, valores? ¿Tenemos la televisión que “nos merecemos” (1) ? o ¿consumimos lo que hay ante la ausencia de una televisión que satisfaga nuestras expectativas?..

Muchos son los interrogantes que surgen en torno al fenómeno de masas que constituye la televisión debido a su alcance (nada menos que el 98% de los hogares españoles). Un arma poderosa de difusión e influencia pero ¿qué esperamos de ella? ¿qué puede hacer por nosotros?

Cristina Álvarez, directora de Canal 2 Andalucía y del programa El club de las ideas de RTVA, nos define el concepto de televisión educativa como: “aquella que informa, que forma y entretiene desde contenidos culturales, divulgativos, pero de interés social, en valores que tiene hoy nuestra sociedad”.

  Hace años que expertos luchan por la implantación de una televisión educativa, por el aprovechamiento de un medio tan influyente y con tantas oportunidades didácticas, pero ¿no habría que empezar por plantearse otras cuestiones como qué figura social está ocupando la televisión?.. ¿a quién está sustituyendo?..¿qué hay detrás de su elevado consumo?

En España pasamos 208 minutos diarios frente al televisor, es decir, nada menos que tres horas y media al día. Como en todo estudio, el reparto no es equitativo entre todos los ciudadanos. Según un análisis elaborado por Corporación Multimedia a través de NTS Audiencia de Medios, el tiempo que nuestros mayores (más de 64 años) pasan frente a la pequeña pantalla llega casi a las cinco horas diarias y en el caso de los más pequeños (4-12 años) a dos horas y media.

Este consumo televisivo por parte de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad nos conduce a profundizar en dos líneas de debate: la influencia de ésta en la formación de niños y adolescentes, carentes de actitud crítica frente a lo que se les presenta como una ventana al mundo y, la evidente falta de recursos para ocuparnos de nuestros mayores cuando la pequeña pantalla pasa a ser más “compañera” que objeto de entretenimiento.

¿Qué se esconde bajo el elevado consumo televisivo?

 

   
  Los más pequeños  

 
     

Según datos ofrecidos por la Academia de Televisión, los niños (2) pasan al año el equivalente a 23 días del curso escolar viendo televisión. Consumen 143 minutos diarios, (aproximadamente dos horas y media ) (3) y en la mayoría de los casos programas dirigidos al público adulto. Las emisiones más vistas por los niños en 2002 fueron: Eurovisión, llegando a picos de audiencia de hasta un 91% de share (4) , seguida del fútbol (Partido Corea-Japón 02 y España-Irlanda) con un 86,5% de share. Es destacable que éstos programas coinciden con las emisiones más vistas por toda la población, lo que significa que los niños consumen la misma programación que los adultos. Así lo corrobora el hecho de que entre los programas más vistos por los niños estén Los Simpsons (con cifras de entre 55 y un 67% de share), dibujos animados destinados a público adulto y paradójicamente consumido principalmente por niños.

¿Qué está ocurriendo con los contenidos televisivos que ven los niños? ¿por qué consumen televisión para adultos?, ¿no existe suficiente programación destinada al público infantil o ésta no les interesa?, o es que…¿pasan demasiado tiempo delante del televisor consumiendo indiscriminadamente sea o no sea de interés, sea o no para su edad? Pedro Núñez Morgades
(5), Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid destaca la importancia de crear un organismo que vele por los contenidos televisivos, especialmente aquéllos que consume el público más joven: “Aunque es un tema polémico hemos pedido la creación de un Consejo Audiovisual a nivel nacional…Yo, en ese Consejo, sentaría también a los programadores porque tienen que darse cuenta de que los programas basura resultan muy baratos, pero que al fin y al cabo todos somos parte de la sociedad y es nuestra obligación comprometernos con ella”.

  En el ranking de los programas más vistos entre niños de 4 a 12 años no falta Operación Triunfo (muy por delante de los Simpsons), programa que, si bien podemos considerar que trata ciertos “valores culturales” como el interés por la música, el esfuerzo por alcanzar un sueño, etc. no deja de transmitir otros mensajes menos apropiados para el público infantil y juvenil, como la competitividad, el fomento del star system y del sensacionalismo, sin contar con la idea irreal que fomenta en torno al proceso en el que los artistas desarrollan su carrera, su
formación, creando estrellas efímeras surgidas de la noche a la mañana que suelen desaparecer con la misma rapidez.

Creando cierto sentimiento de frustración tanto en los jóvenes concursantes que viven un triunfo momentáneo como en los preadolescentes y adolescentes espectadores que desean participar del mismo camino al estrellato. Así lo demuestra el elevado número de participantes en el casting. Ángeles Gervilla, catedrática de educación infantil y psicóloga opina a cerca del fenómeno Operación Triunfo: “transmite el sentimiento de competencia, de lucha entre ellos. En las primeras edades hay que prescindir de la competición porque gana un niño y pierden 50”.

Otros programas de gran audiencia infantil en el 2002 son “Ana y los 7” y “Yo soy Betty la fea”. En el primer caso se trata de una serie española de escaso contenido educativo, sin más objetivo que el entretenimiento de la familia. En el segundo, hablamos de una telenovela colombiana dirigida al público adulto, de argumento sencillo e igualmente ausente de pretensión educativa alguna.

Esto es lo que consumen nuestros hijos durante más tiempo del aconsejable. El motivo parece ser principalmente uno: ausencia de suficiente tiempo por parte de los padres para dedicarlo a sus hijos. Lo que supone, en un gran número de casos, que la pequeña pantalla se convierta en niñera improvisada gracias a su inmenso poder de atracción sobre los teleespectadores en general y sobre los niños en particular. Las estadísticas (6) desvelan que el 62% de los menores no está vigilado por sus padres cuando está ante la tele y lejos de paliar esta falta se potencia, ya que más de un tercio de ellos tiene televisión en su cuarto, lo que significa que sólo el 38% de los padres ve los mismos programas que sus hijos.

Sólo existe un modo de proteger al teleespectador frente al consumo indiscriminado de cualquier oferta televisiva y ese es: enseñar a consumir televisión, despertar la actitud crítica y participativa.
“La raíz del problema está en que los padres tienen muchísimas obligaciones y la manera de entretener a los niños, de tenerlos tranquilos en su casa, es ponerles la televisión, sin saber qué les están dando a sus hijos, no seleccionan, no los orientan. Es fundamental que el adulto ayude al niño a consumir televisión, que nos sentemos con ellos y comentemos lo que ocurre. La manera de que un niño no absorba todo lo que la televisión le transmite es que el adulto la vea con él y la comente” afirma Ángeles Gervilla.

Por otra parte Pedro Núñez Morgades (7), destaca la importante labor socializadora de la televisión en la formación de los niños y la responsabilidad educadora de ésta en un momento en que la familia pierde presencia en la educación de los menores: “por diversas circunstancias que podríamos analizar, como el trabajo de los cónyuges, es una realidad que la educación de nuestros hijos no se está llevando a cabo por parte de la familia, por eso considero el fenómeno de la televisión como uno de los más importantes elementos de socialización del individuo” afirma.

Nos encontramos en un momento en que la labor educadora es una batalla perdida por parte de las familias y de los centros educativos y que al mismo tiempo, los niños dedican una gran parte de su tiempo a consumir una televisión “deseducativa” que les crea una imagen tergiversada de la realidad y les fomenta actitudes poco favorables para su desarrollo mediante referentes poco acertados. Más allá de fomentar el enorme potencial de la televisión para llegar a un gran público a través de contenidos de carácter educativo resulta imprescindible recuperar el papel educativo que la familia un día tuvo, quitar a la televisión el rol de niñera cuando los padres no pueden hacerse cargo de sus hijos y que ésta pase a ocupar el papel que se merece y en cualquier caso por debajo del compromiso educativo de la familia.

Franjas horarias:

Resulta muy difícil crear unos contenidos educativos aislados destinados específicamente a público infantil pues las franjas horarias de consumo infantil no se respetan, de tal manera que los niños consumen la misma programación que los padres. Según datos de la Academia de Televisión el 96 por ciento de los niños siguen ante el televisor pasadas las 22:00 horas, franja horaria no destinada al público infantil. Por otra parte, el momento del día con mayor audiencia de público infantil (año 2002) es en horario prime time (8) con un total de 41 minutos, seguido por la franja de mañana con 35 minutos.

En cuanto a las cadenas de televisión más consumidas por el público infantil en 2002 se encuentra Antena 3 con un share (9) del 28,7% en horario de sobremesa, a la que le sigue de cerca TVE1 en horario prime time. Comparando estos datos con respecto a la distribución horaria del consumo televisivo de toda la población se observa que la cadena de televisión más vista por todo el público en general es TVE1 en horario prime time (al igual que los niños) de lo que es fácil interpretar que los niños pasan a consumir TVE1 cuando están en compañía de adultos (sus padres), en horario prime time, es decir por la tarde noche, cuando han terminado su jornada laboral y no en el resto del día.

Juan Mª Casado, jefe de relaciones institucionales de Radio Televisión Andaluza (RTVA) cataloga de desolador el panorama actual de la televisión educativa en España, “hay pocos programas de televisión educativa y los pocos que hay están en horarios cuasi marginales. Los que hay gozan del favor de la audiencia, pero salvando esta realidad, todo lo demás es casi un páramo. En España estamos muy lejos de tener una posición razonable de contenidos educativos en la televisión”, afirma.

Parece claro que la televisión educativa ha de ser un proyecto conjunto y para toda la población, niños y mayores y no un oasis destinado a los más pequeños.

  Difícilmente pueden los padres contribuir al desarrollo de una actitud crítica y participativa de sus hijos ante lo que consumen frente a la pequeña pantalla si ellos mismos carecen de ella, por ello se hace necesaria una educación en medios que fomente la actividad del telespectador pasivo, que le permita conocer cómo se elaboran los programas que consumen, sus procesos, sus recursos, etc.

Por ello, el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa se propone contribuir al desarrollo de recursos educativos orientados a la Educación para los Medios y para ello cuenta con un grupo de expertos trabajando para diseñar y producir una serie de programas audiovisuales destinados al uso didáctico en el aula dentro del ámbito de las optativas sobre Medios de Comunicación que forman parte del currículo de la Educación Secundaria.

Violencia

La violencia es el aspecto que ha levantado más polémica y ha creado más conciencia social en torno la importancia de proteger a niños y jóvenes del consumo indiscriminado de contenidos televisivos y de otra índole (10) inapropiados. El detonante fue la oleada de delincuencia infantil y juvenil vivida hace unos años en la que dejaron huella casos que conmocionaron a la opinión pública. Aún está presente en nuestro recuerdo el asesinato perpetrado por dos niños de 6 y 8 años a otro de tres en Inglaterra en el que los propios psicólogos no daban crédito a que niños tan pequeños permaneciesen inmunes ante las súplicas del niño fallecido, el asesino de la catana en Granada o las dos jóvenes adolescentes que asesinaron a una amiga para saber qué sentirían. Una vez más las estadísticas desvelan datos; en este caso referido al elevado número de mensajes violentos que un niño presencia por televisión en un año, nada menos que 2.000 y 8.000 asesinatos antes de acabar primaria, a lo que podemos añadir que en la mayoría de los casos sin el comentario, asesoramiento o enseñanza pertinente de un adulto. “Los niños se limitan a ver y a repetir…la televisión actual mata la creatividad de los niños” afirma Ángeles Gervilla.

 

   
  El consumo de televisión en adolescentes y el papel del profesor.  

 

Los adolescentes españoles consumen una media de 141 minutos diarios de televisión . Un sector más de población en el que la pequeña pantalla ejerce una importante influencia en la creación de modas y en la construcción de referentes a imitar y valores en los que formarse.

Aunque no son los que más televisión ven, ya que según los estudios el consumo de ésta aumenta con la edad, resulta importante cómo les afecta en la construcción de su personalidad, en su modo de entender el mundo, de interpretar la realidad, así lo afirma José María Quero catedrático de enseñanzas medias, “los modelos que presenta la televisión, salvo rarísimas excepciones, son estereotipos físicos (de belleza…) y morales que producen en nuestros adolescentes la sensación de que ellos nunca podrán triunfar o de que sólo pueden conseguirlo por estos medios, ajustándose a patrones que presenta”.

  Todo esto influye en el la actividad de los docentes ya que se crean hábitos de conducta trasladables al aula “creo que lo peor es la actitud totalmente pasiva del telespectador medio. Ven la televisión con una gran indiferencia, sin esfuerzo. Los alumnos, en clase, miran al profesor que explica con la misma indiferencia que miran al televisor. Por eso, lo primero que debería hacer la televisión es enseñar a ver televisión” afirma José María Quero.
Por otra parte, los motivos por los que la televisión encuentra un fuerte poder de influencia en los adolescentes es debido a la falta de desarrollo de una actitud crítica frente a lo que consumen “la personalidad humana siempre se construye en la interacción entre mi <<yo>> y el mundo que me rodea.

Si el <<yo>>, la persona, no tiene capacidad de reacción, de crítica, intereses y valores propios... lo absorbe todo el mundo circundante. Sólo la educación puede motivar esta capacidad crítica y en valores”, asegura el profesor

El principal problema al que se enfrenta hoy día el docente es a “la dificultad para educar ciertas actitudes y comportamientos básicos (esfuerzo, trabajo, atención, aprecio de valores culturales...) cuando los jóvenes carecen de una base de su primera infancia, de su casa. El problema se hace aún mayor para el profesor si no cuenta con la colaboración de los padres, aunque a veces incluso contando con ésta sirve de poco. No son raros los padres que se quejan de que “no pueden comunicarse con sus hijos”, afirma el docente.

Parece evidente que el elevado consumo televisivo, así como las consecuencias de éste ponen de manifiesto la pérdida de protagonismo de la familia en la labor educadora, así como su incomunicación. De este modo, podemos considerar a la televisión como más reveladora que culpable de algunos de los problemas que subyacen en las relaciones familiares e interpersonales de nuestra sociedad.

   
  Consumo de los más mayores  

 
     

Este verano escuchábamos con estupor el importante número de personas mayores fallecidas a causa de la ola de calor sufrida en Francia. Entre otras cosas, esta información nos mostraba la situación de abandono y soledad en la que se encuentran los mayores y por tanto, la incapacidad e ineficacia de la sociedad y del gobierno francés para hacerse cargo de ellos. ¿Cómo viven nuestros mayores?

Una lectura parecida podemos sacar analizando tan sólo el tiempo que las personas mayores de 65 años pasan diariamente frente al televisor en nuestro país: cinco horas diarias (294 minutos exactamente). Así lo desvelan datos ofrecidos por TNS Audiencia de Medios. Los motivos de tan elevado consumo están relacionados con dos causas principalmente: en primer lugar la situación de soledad a la que se enfrentan gran número de ancianos y en segundo lugar las dificultades económicas a las que deben enfrentarse llegando en buena parte a superar el umbral de pobreza (el 31% de los mayores que viven solos vive por debajo del umbral de pobreza).

Los mayores en España alcanzan los seis millones ochocientas mil personas, e s decir, un 17 % de la población total, en la que siete de cada diez pensionistas percibe unos ingresos por debajo de los 481 € (80.000 pesetas). El 80% por debajo de 391 € (aproximadamente 65.000 pesetas), y un tercio del total por debajo de los 270 € (45.000 pesetas), según datos facilitados por Cruz Roja España.

Si diferenciamos por sexo, las mujeres perciben un 40% menos que los hombres, debido, en gran medida, al distinto tipo de prestaciones que reciben ya que éstas están cubiertas por pensiones de supervivencia y viudedad, mientras que los hombres perciben pensiones de jubilación, que son las de más cuantía.

Las personas que han cumplido los 85 años de edad perciben pensiones por debajo de la mínima del sistema. Ningún otro grupo de edad presenta una incidencia mayor de pobreza.
El consumo televisivo muestra algo más que una urgencia de compromiso por elaborar contenidos de calidad, educativos, culturales y en valores que ayuden a formar y a desarrollar a los miembros de nuestra sociedad. Las funciones, el papel, el rol que desempeña viene a suplir en muchos casos las carencias afectivas y la tendencia deshumanizadora de una sociedad cada vez más preocupada por estar a la cabeza en materia económica y probablemente a la cola en conciencia social. Es importante que ésta ocupe el lugar que se merece y siempre en un segundo plano, por detrás de la familia, de los amigos…y en ningún caso como niñera de los más pequeños y compañera de los mayores.

 

     
Merce Quero