Un enfoque compartido y conjunto de la televisión escolar prescribía
la necesidad de una programación selectiva muy relacionada con
los objetivos específicos asignados a la televisión escolar.
Se trataba ante todo, no de sustituir al maestro, sino de suplir sus numerosas
carencias y de proporcionarle recursos audiovisuales de primera mano para
innovar el acto didáctico. Es indudable que la televisión
suponía un caudal ilimitado. Siempre fue una obsesión de
los responsables de la televisión escolar que ésta no mostrase
la faz de una televisión de cabotaje, como solía acontecer
en todas las experiencias conocidas, sino de una televisión profesional
y de calidad. Por eso se tomó la decisión de designar director
del equipo de realización a un profesional (Ricardo Arias) avezado
a los programas de prime time.
Es evidente que respecto a ese carácter selectivo de la programación
de la televisión escolar tenían cosas importantes que decir
los propios maestros y por ello se hizo una encuesta nacional para obtener
información sobre:
- Temas que deseaban fueran programados,
por ser de más difícil presentación con los recursos
habituales de que disponían el maestro y la escuela.
- Temas inabordables, teniendo en cuenta limitación
de sus recursos.
- Duración óptima de los programas.
- Periodicidad más adecuada en la presentación de cada
materia.
- Personas, tipos y modos de presentación que resultarían
más idóneos.
- Posibilidades de conservar los programas para su mejor
reutilización.
- Calidad, estructura, utilidad y adecuación de
los guiones didácticos.
- Indice de aplicabilidad en la escuela del tipo de actividades
propuestas, para que fueran desarrolladas por parte de los alumnos.
Con estos datos se podría ajustar la duración,
periodicidad y clase o tipo de programa, introducir formas más
correctas y medios distintos en la realización y, finalmente, redactar
mejor los guiones y prever y evaluar el índice de rendimiento de
cada programa.
Los profesionales de TVE mejoraron esa selección,
no sólo aportando formas específicas de presentación
y realización, sino también contenidos nuevos respecto a
los cuales no estaba bien pertrechada la escuela: el inglés, la
música, la naturaleza, la información diaria (Prensa y telediarios),
etc. En la TV escolar velaron sus primeras armas verdaderas estrellas
de la pequeña pantalla como Félix Rodríguez de la
Fuente que dirigió y presentó lecciones magníficas
y de gran calidad espectacular en su serie “Félix, el amigo
de los animales”.
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Había un campo especialmente
abonado a los programas televisados: todo lo que implicara o supusiera
observación y experimentación. Las ciencias naturales
podrían presentarse ampliando aspectos, dando informaciones
muy detalladas y mostrando experimentos. Es decir, podíamos
presentar la realidad en sí en amplia panorámica, en
tomas del natural o a partir de otro tipo de material auxiliar ya
elaborado (dibujos esquemáticos, álbumes fotográficos,
documentales cinematográficos, experimentos en directo, etc.).
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También en geografía las posibilidades eran
óptimas. La imagen-TV podría mostrar en acción los
aspectos humanos y demográficos, etnográficos y culturales,
políticos, económicos, etc. junto con ambientes, costumbres
e itinerarios, en reportajes y documentales de gran poder motivador para
los niños.
El modo natural en que la televisión muestra sus
objetos es siempre la acción dramática en sus referencias
a la vida cotidiana. Por eso los documentos históricos de todo
tipo, (narraciones, biografías, crónicas, semblanzas, etc.)
parecían igualmente adecuados para incluirlos en la programación
escolar, aportando al niño una visión mucho más cercana
y viva de los grandes hombres y acontecimientos de la Historia.
En expresión artística la televisión
escolar podría poner al alumno en contacto virtualmente directo
con la obra de arte visual o auditiva. Las cámaras podrían
convertir al aula en museo virtual y en auditorio, al tiempo que un narrador
especializado en didáctica de las artes podría enseñarle
a comprender y valorar a los grandes intérpretes. El medio parecía
muy adecuado para despertar en el niño el gusto por la belleza
y, en muchos casos, por la emulación.
En resumen, la selección de contenidos podría
tener en cuenta los principios siguientes:
a) Adaptación al programa escolar.
b) Adecuación al nivel medio del maestro y del alumnado.
c) Propuestas innovadoras de los contenidos y los métodos escolares.
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