José Mª González-Serna
IES “Carmen Laffón”
San José de La Rinconada, Sevilla
Biblioteca-escolar.net


Desde nuestro punto de vista, el diseño y mantenimiento del sitio “web” de la biblioteca escolar puede servir para lograr los objetivos que más arriba hemos formulado, además de ayudarnos a resolver algunos de los problemas que también hemos planteado. La relación entre el esfuerzo necesario para llevar adelante la experiencia y los resultados obtenidos nos parece francamente favorable, si tenemos en cuenta la escasez de los costes económicos y las ventajas educativas del proyecto.

  Aunque el proyecto de sitio “web” debe adaptarse a las peculiaridades y disponibilidades humanas y económicas de cada centro docente, en las páginas que siguen intentaremos exponer los elementos que a nuestro juicio deben conformar una “biblioteca-escolar.net”, así como las ventajas educativas derivadas de la experiencia.
 

EL ALOJAMIENTO

Lo primero que debemos tener dispuesto es el espacio “web” en el que alojaremos nuestros contenidos una vez hayan sido diseñados y preparados. En el tema del alojamiento entra en juego un factor tan importante como es la disponibilidad económica de nuestro proyecto, de manera que si contamos con medios, lo idóneo sería poder contratar un alojamiento de garantías que nos permitiera colgar bases de datos, foros, que nos hiciera mediciones de tráfico y que nos ofreciera un nombre de dominio abreviado. Entendemos, sin embargo que lo anterior no es necesario, ya que las administraciones educativas ponen a disposición de los centros el espacio necesario para colocar sus sitios “web”.

En el caso de que no pudiéramos disponer de dicho espacio, llamémosle institucional, siempre podemos contar con el alojamiento gratuito que ofrecen diferentes servidores en la red, como es el caso de las grandes compañías telefónicas. Si nos decantamos por esta última opción deberemos tener en cuenta las limitaciones y obligaciones de dichos alojamientos, entre las cuales encontraremos que, normalmente, no nos facilitan más de 10 Mb de espacio y no nos permitirán instalar bases de datos, lo cual puede ser un problema a la hora de poner el catálogo de la biblioteca a disposición de los navegantes. Otros problemas que pueden plantearnos los alojamientos comerciales gratuitos es el no disponer de una dirección abreviada y el estar obligados a soportar unos “banners” publicitarios que, en muchas ocasiones, no parecen muy educativos. La decisión sobre el alojamiento de nuestro “web” es la primera que debemos tomar y, como creemos haber sugerido, una de las más determinantes para el resultado de nuestro proyecto.

HERRAMIENTAS INFORMÁTICAS NECESARIAS

Para construir nuestro sitio “web”, en realidad, necesitamos muy escaso “software”: el editor de texto de nuestro sistema operativo y algún programa que nos permita enviar los archivos mediante FTP. Lo que sucede es que esta opción minimalista nos exige tener conocimientos previos de lenguaje HTML. Por esa razón es recomendable que empleemos algún editor de HTML, si es posible en modo gráfico, que nos permita ver en cada momento la apariencia final de nuestras páginas. Como sucede con casi todas las cosas en el mundo de la informática podemos encontrar “software” de edición HTML gratuito y de pago, fácil y complicado, bueno y malo, de modo que deberemos escoger aquél que más se ajuste a nuestros conocimientos, tiempo, recursos económicos y gustos. El diseño de las páginas “web” en sí se escapa del objetivo de este artículo, por lo que nos ceñiremos a algunas sugerencias sobre “software” de edición accesible sin entrar en consideraciones técnicas.

En principio, la mayoría de los centros docentes cuentan con alguna “suite” ofimática licenciada, por lo que podría usarse sin problemas de “copyright”. Siendo pragmáticos, la suite Office de Microsoft cubre la mayoría de nuestras necesidades para llevar a buen puerto el proyecto. Con ella podemos elegir diseñar la “web” tanto con el procesador de textos Word, como con la aplicación específica Frontpage, programa más recomendable por las posibilidades añadidas que nos brinda. Tanto con uno como con otro programa podremos disponer de plantillas de páginas prediseñadas y con buenas ayudas que nos guíen en el proceso.

Si no disponemos de licencia de uso de la “suite” Office, podemos decantarnos por emplear StarOffice 5.2. o, bastante mejorada sobre la base de la anterior, OpenOffice.org, las dos de carácter gratuito y descargables desde Internet. En ambos paquetes informáticos encontraremos posibilidades más que suficientes para llevar a cabo el diseño, tanto en la maquetación de las páginas como en el trabajo con los textos, gráficos e imágenes.

  Junto a alguno de los paquetes de aplicaciones anteriores podremos necesitar también otros programas, si decidimos incorporar al “web” algunos de los elementos que más abajo sugeriremos.

En el caso de que deseemos, y nuestro servidor nos permita, ofrecer el catálogo de la biblioteca, deberemos contar con un gestor de bases de datos para crear fácilmente una página de consulta en HTML. Podemos emplear el programa Access de Microsoft incluido en la “suite” Office, aunque, como veremos después, hay una forma mucho más simple de ofrecer el catálogo.

Si pretendemos incorporar libros electrónicos, sería bueno que contásemos con algún programa a tal efecto, como es el caso de Adobe Acrobat o del “plugin” que permite al procesador Word crear archivos con la extensión LIT que son leídos con el programa gratuito Microsoft Reader. La primera de las opciones es de pago, pero desde algunas páginas de Internet se nos permite convertir nuestros archivos de texto en PDF de manera gratuita, mientras que la segunda opción es completamente gratuita siempre que contemos con la licencia de Microsoft Word.

La última aplicación que necesitaremos es un cliente FTP para transferir nuestros archivos al espacio “web” de que dispongamos, lo que no representa desembolso económico alguno, ya que muchos de ellos son “freeware” y podemos encontrarlos con gran facilidad en la red.

De todas estas herramientas necesarias podremos prescindir si queremos, ya que algunos servidores de Internet ofrecen a sus clientes plantillas de páginas que se suben a la red a través de una página “web”. Esta opción, sin duda, facilita muchísimo la tarea, ya que prácticamente no es necesario tener conocimientos de informática y no se precisa ningún tipo de licencia de “software”, pero resta personalidad y libertad a nuestro proyecto.

LAS SECCIONES

Las diferentes secciones del sitio “web” de la biblioteca, que desarrollaremos a continuación, podrían agruparse en tres grandes bloques: aquellas en las que mostramos lo que tenemos físicamente en el centro, aquellas en las que mostramos lo que tenemos virtualmente en Internet y aquellas en las que permitimos interactuar a nuestros usuarios.

I. Lo nuestro

Parece de gran utilidad incorporar el catálogo completo de los recursos de nuestra biblioteca, ya que de esa manera se agilizan las operaciones de préstamo, al llegar los usuarios con los datos concretos del ejemplar deseado. El catálogo en línea permite también facilitar al profesorado la preparación desde sus domicilios de actividades de investigación para los alumnos en función del material disponible en la biblioteca.

Para colgar el catálogo lo más correcto sería enviar nuestras bases de datos a la red y diseñar una página de consulta. Esta operación, sin embargo, puede plantearnos diferentes problemas, desde cómo diseñar la hoja de consulta hasta el hecho de que los servidores comerciales gratuitos no suelen permitir este tipo de archivos. De cualquier modo, si tenemos la posibilidad de hacerlo así es sin duda lo mejor, ya que las consultas son más rápidas y las cargas de los resultados más ágiles.

Una buena aplicación para diseñar esta base de datos y sus respectivas hojas de consulta en HTML es Microsoft Access, como ya habíamos dicho más arriba, pero no es la única y, como en otras ocasiones, debemos valorar diferentes cuestiones antes de decantarnos por una aplicación determinada.

Si no tenemos la posibilidad o no queremos incorporar bases de datos al sitio “web”, podemos ofrecer los recursos de la biblioteca mediante unas simples tablas de texto organizadas en páginas por materias e incorporar en cada una de dichas páginas un programita de búsqueda simple en Java Script. Esta opción, aparentemente, es más trabajosa ya que supone teclear la información que deseamos ofrecer de cada uno de los ejemplares de la biblioteca. En realidad puede ser más simple de lo que parece si es que ya tenemos informatizado nuestro catálogo. Si es así, solamente tenemos que crear un “report” con los registros y campos que deseamos introducir y convertirlos en un archivo PDF mediante el programa Adobe Acrobat al que aludimos más arriba. Una vez que tengamos el listado en PDF, seleccionamos, copiamos y pegamos en nuestra página “web”. De esa manera tendremos el listado de los recursos que hayamos acotado. El problema de esta opción es que cada vez que cataloguemos un nuevo recurso y queramos ponerlo a disposición en la “web”, tendremos que repetir la operación completa, o bien tendremos que ir añadiendo uno a uno.

Junto con el catálogo es muy interesante que introduzcamos en el “web” información sobre el funcionamiento de la biblioteca, responsables de la misma, horarios de préstamo y devolución, etcétera. Toda esta información puede ir en una única página de información general en la que también es conveniente que incluyamos una ayuda de navegación por el “web”.

  Aparte de incluir en la “web” de la biblioteca la posibilidad de consulta de los recursos físicos de los que disponemos y de la información sobre el funcionamiento de la misma, juzgamos que podría ser interesante ofrecer a los usuarios libros y documentos en formato electrónico; de esta manera podremos aprovechar las posibilidades que nos ofrece la red en cuanto a material digitalizado, pero también nos permitirá editar nuestros propios libros con textos escritos por los alumnos o profesores de nuestro centro y de esa manera motivar hacia la creación literaria o la investigación.

Los libros electrónicos descargables desde la red suelen presentarse en dos formatos. Uno de ellos es el formato LIT de Microsoft que debe ser leído con el programa Microsoft Reader de disposición gratuita. Para crear libros electrónicos en este formato podemos emplear un “plugin” o pequeña aplicación que se integra con el procesador de textos Word de Microsoft cuyo nombre es WordRMR.exe y que podemos descargar gratuitamente desde el servidor de Internet de Microsoft. Con esta aplicación podremos convertir muy fácilmente nuestros documentos de texto en “e-books” con la extensión LIT, aunque puede presentarnos algún problema si los documentos incluyen material gráfico.

Desde nuestro punto de vista, sin duda es mucho más versátil el segundo de los formatos más populares de libros electrónicos, desarrollado por la compañía Adobe y cuyos documentos llevan la extensión PDF. Este tipo de documentos son leídos por programas que, igual que en el caso anterior, son de descarga gratuita: Acrobat Reader o bien eBook Reader, ambos de la compañía Adobe. El problema que se nos plantea con este formato estriba en el “software” para crear los archivos. Para ello tenemos diferentes posibilidades, unas de pago y otras gratuitas. La más interesante es la de pago y consiste en adquirir el programa completo Adobe Acrobat con el que podremos convertir casi cualquier tipo de documento en un archivo PDF y, posteriormente, trabajar sobre él anotándolo, indexándolo, subrayándolo, creando marcadores internos o haciendo casi cualquier cosa que se nos ocurra.

Si no disponemos de un presupuesto que nos permita adquirir la licencia de uso de Acrobat podemos recurrir a otras alternativas que, aunque más limitadas, nos permitirán elaborar nuestros libros electrónicos de manera sencilla. La primera de esas alternativas consiste en descargar de la red algún programa gratuito para la creación de archivos PDF. Existen varias aplicaciones de este tipo y con todas ellas podremos conseguir nuestro objetivo si no deseamos trabajar posteriormente con los documentos PDF y si aceptamos las condiciones que nos imponen, normalmente de carácter publicitario. Una segunda opción gratuita consiste en recurrir a algunas páginas de Internet en las cuales se nos ofrece el servicio de crear archivos PDF a partir de los documentos de texto que nosotros enviemos.

En definitiva, disponemos de diferentes alternativas (2) para crear los “e-libros” de la biblioteca del centro y alojarlos en nuestro sitio “web”. Desde nuestro punto de vista, la incorporación de esta sección a nuestro proyecto es altamente rentable y no debemos desestimarla, aunque suponga algo más de trabajo añadido.

II. Lo ajeno

Quizás la principal virtud de llevar adelante un proyecto de “web” para la biblioteca de nuestro centro estriba en la posibilidad de convertirla en un pequeño portal de acceso a la red de redes en el que ofrezcamos enlaces directos a otros sitios de garantías en las áreas que puedan ser de interés formativo. Sabemos que en Internet podemos encontrar de todo o de casi todo, tanto útil como accesorio, y sabemos también que son necesarios ciertos conocimientos sobre un determinado aspecto para ampliar la información que sobre él disponemos.

En muchos casos, nuestros alumnos se enfrentan a la red con un desconocimiento casi total del asunto sobre el que deben encontrar información y con unas estrategias de búsqueda que no son las más oportunas y que les llevan a navegar por el ciberespacio como si de unos nuevos “ulises” se tratara. Estos dos hechos motivan que en numerosas ocasiones seleccionen información de la red que no es todo lo correcta que cabría esperar. Intentar luchar contra este defecto de la “world wide web” –su extensión y la facilidad para ofrecer contenidos- es una tarea propia de ”sísifos”, pero no por ello debemos, a nuestro juicio, renunciar a la tarea de poner algo de orden, al menos en aquellas áreas que nos resulten más cercanas. En ese sentido, entendemos que el sitio “web” de la biblioteca, en lo referente a materiales ajenos, puede organizarse en torno a dos secciones, una de ellas dedicada a la lectura, como fuente de conocimiento y diversión –el “ocio santo” del que hablaba Fray Luis-, y una segunda orientada a la búsqueda de información.

En la sección dedicada a la lectura deberemos ofrecer enlaces a bibliotecas virtuales o servidores de lectura en la red que ofrezcan un mínimo de calidad y rigor en los textos digitalizados (3) . En principio, en la “web” encontraremos dos tipos de servidores de “literatura”: unos están orientados hacia la lectura en línea y suelen utilizar lenguaje HTML, mientras que otros permiten descargar los textos para leerlos “offline” y suelen presentarse en los dos formatos de “e-libros” a los que aludíamos más arriba. Ambas posibilidades deben ser incluidas en nuestro sitio, ya que cada una presenta sus ventajas y sus inconvenientes (4) .

  Debemos tener en cuenta que la modalidad de descarga de obras suele necesitar de algún “software” específico (5)–aunque normalmente gratuito- que no estaría de más ofrecer desde el “web” de la biblioteca, bien porque depositemos dichas aplicaciones en nuestro servidor o bien porque incorporemos enlace directo al “web” de los fabricantes.

A parte de la lectura de obras –literarias o no-, parece de gran interés incorporar un apartado que podría denominarse hemeroteca virtual, aunque en un sentido algo más amplio. En él se incluirían los vínculos a las ediciones digitales de los diarios de información general que se consideraran pertinentes, pero también a revistas especializadas y servidores “web” de determinados medios de comunicación que ofrezcan contenidos y recursos que juzguemos de interés para nuestro alumnado o, siendo más ambiciosos, comunidad educativa. En esta parcela parece sumamente interesante aprovechar la posibilidad que brinda la “web” de romper fronteras, de modo que abramos las puertas a otras culturas y lenguas.

El segundo gran bloque de materiales ajenos que debe incluirse en el sitio “web” de la biblioteca es el que gira alrededor de la búsqueda y consulta de información sobre las diferentes áreas curriculares. En esta parcela chocamos de plano con las grandes virtudes y defectos de la red de redes –la extensión y la facilidad para ofrecer contenidos, todo ello sin pasar ningún tipo de filtro-.

  El objetivo de nuestro sitio es facilitar a nuestra comunidad educativa la navegación por tan proceloso mar; para ello, juzgamos que puede ser de interés organizar los recursos externos en tres apartados. En el primero de ellos ofreceremos vínculos hacia servidores de Internet de carácter general, en concreto hacia los contenidos que ofrecen en la red algunas enciclopedias, así como diccionarios, tanto españoles como de las lenguas impartidas en nuestro centro (inglés, francés, latín, griego).

Esta sección sin duda será de gran ayuda para recabar información sobre un tema, ya que ofrece una visión muy general, sucinta y básica del asunto en cuestión que permitirá a los usuarios de nuestro “web” adquirir un conocimiento mínimo para aventurarse en investigaciones posteriores algo más profundas.

En una segunda sección incluiremos vínculos a páginas temáticas organizados por áreas curriculares y niveles. El ideal sería la construcción de un pequeño directorio de “webs” de marcado interés en el que ofrezcamos un conjunto limitado pero suficiente de recursos, siempre adaptado al contexto educativo de nuestro centro. A nuestro modo de ver, iniciar la construcción del directorio de Internet de la biblioteca encierra un peligro cierto: querer construir el directorio definitivo. Qué duda cabe de que ello no es posible... ni útil. Entendemos que en este listado organizado de direcciones debe primar la calidad sobre la cantidad; la calidad y la utilidad, claro está.

Parece más interesante, sin embargo, ofrecer una información previa, aunque sucinta, al usuario sobre la página temática en cuestión, de manera que se dispusiera de algún elemento de juicio que permitiera elegir un recurso entre otros. Para conseguir ese objetivo, sería bueno diseñar una ficha de enlace en la que se consignara información general sobre el “web” en cuestión, datos sobre su contenido, sobre su diseño e, incluso, una valoración global del mismo (6) .

Pero es indudable que junto a la navegación guiada de los apartados anteriores debemos ofrecer desde nuestro sitio en Internet la posibilidad de búsqueda libre. Podríamos limitarnos a incluir vínculos a algunos de los principales buscadores, aunque entendemos, dado el que ha de ser el usuario tipo de nuestro “web”, que sería mucho mejor diseñar una breve página en la que expongamos unas breves nociones sobre cómo realizar esas búsquedas libres, tanto de manera simplificada como avanzada, en la que distingamos los diferentes mecanismos de búsqueda de información (directorios, motores de búsqueda y metabuscadores de carácter general o temáticos) y en la que incluyamos –puesto que muchos servidores ofrecen esa posibilidad- cajetines de búsqueda directa de aquellos que consideremos de mayores garantías o enlaces a sus respectivas páginas cuando no sea posible la inclusión del cajetín.

III. Lo interactivo

Una de las grandes innovaciones que ofrece Internet es la posibilidad del navegante de participar, comunicarse, aportar contenidos o solicitar información de la “web” que visita. El sitio de la biblioteca no debe mantenerse ajeno a esa posibilidad exigida cada vez en mayor medida por los usuarios y que singulariza la red de redes dentro del concierto de los medios de comunicación.

La propuesta de interactuación que apuntamos en estas páginas puede organizarse en torno a una serie de elementos que podemos introducir con relativa sencillez. Algunos de estos elementos interactivos están basados en el correo electrónico o bien en formularios programados a tal efecto, mediante los cuales el “web” puede recibir las colaboraciones de todo tipo por parte de sus usuarios: textos –no exclusivamente lingüísticos- creativos, breves reseñas de libros leídos o de sitios “web” visitados. También a través de un formulario es conveniente ofrecer la posibilidad al navegante de contactar con el bibliotecario –entendido como individuo o como colectivo, como más adelante sugeriremos- para realizar consultas referentes a los recursos de la biblioteca o, por qué no, solicitar ayuda en los procesos de investigación por parte del alumnado, principalmente.

  Otro recurso que puede ser sumamente interesante es el foro, que permite expresar opiniones sobre un determinado tema o cuestión, manteniendo una suerte de conversación dilatada en el tiempo. Lo ideal es poder disponer de varios foros en el sitio “web”, de modo que reservemos uno para cuestiones generales e inclasificables que afecten a la vida de nuestro centro, mientras que otros podremos circunscribirlos a determinados asuntos más específicos. Entre estos aspectos más restringidos podría ser de interés dedicar uno a lectura y otro a la búsqueda de información, dado que son los dos grandes bloques de contenido del sitio “web” que estamos proponiendo.

La inclusión de foros nos plantea una par de posibles problemas que debemos tener en cuenta. El primero de ellos afecta a su creación, ya que debemos elegir entre lo que podemos llamar un “foro interno”, construido por nosotros con algún lenguaje de programación. Esta posibilidad, sin duda la mejor, exige ciertos conocimientos de informática que pueden no estar a nuestro alcance, pero no por ello tenemos que renunciar a la idea del foro, ya que la red nos ofrece algunos “foros externos”, diseñados, programados, alojados y gestionados por servidores generalmente comerciales. El problema de estos últimos foros es que incluyen “banners” publicitarios –si es que son gratuitos- que pueden no encajar en lo que entendemos por una “web” escolar. En cualquier caso, siempre tenemos la posibilidad de contratar un foro externo de pago, si es que nuestros recursos nos lo permiten.

El segundo problema que plantea la inclusión de un foro en el “web” es la necesidad de animarlo y también de moderarlo. Pocos navegantes aportarán mensajes a un foro vacío, lo que exige que tengamos que darle vida previa, iniciar temas y disputas, crear un clima de conversación reflexiva. Y también puede ser necesario, si hemos conseguido animarlo, filtrar las colaboraciones, siempre con una enorme flexibilidad y respeto por las ideas ajenas, de modo que el foro contribuya a alcanzar los objetivos que previamente nos hayamos marcado.

El “chat” es otro recurso que sin duda contribuirá a crear usuarios fieles del “web” de nuestra biblioteca. Como comentábamos en referencia a los foros, existen diferentes posibilidades de incorporar la charla en tiempo real, cada una con sus ventajas e inconvenientes, y que son básicamente las mismas que en el caso anterior. Los problemas que plantea son también los mismos, si se quiere agrandados, al tratarse de conversación en tiempo real, mucho más difícil de canalizar. Además, el problema de la “animación” es básico en este caso, entendiendo animación como presencia de participantes y motivación para que esos visitantes del canal intervengan y no sean meros receptores pasivos.