José Mª González-Serna
IES “Carmen Laffón” San José de La Rinconada, Sevilla |
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La biblioteca escolar | |||||||||||||||||||||
Según la UNESCO, una biblioteca es “una colección organizada de libros y publicaciones impresas y de otros documentos, sobre todo gráficos y audiovisuales, servida por un personal encargado de facilitar el uso de ella por los lectores para su información, investigación, enseñanza o recreo”.
Intentar definir estas últimas puede resultarnos algo difícil, dada la variedad con la que nos encontramos en nuestros centros: desde las bibliotecas muy establecidas en centros de gran tradición y que casi podríamos decir que funcionan como “bibliotecas públicas” de la localidad o el distrito, hasta las existentes en centros de nueva creación dotadas con unos materiales mínimos y, en la mayoría de los casos, exclusivamente bibliográficos.
Lo cierto es que las necesidades de espacio han convertido la sala de lectura en un aula más de los centros, que no existe un personal específico encargado de desarrollar las actividades propias de una biblioteca, dejando esa labor a la buena voluntad de un profesorado al que, por otra parte, se le carga cada vez más con otras obligaciones. Lo cierto es que la biblioteca no es ni siquiera considerada al mismo nivel que otros departamentos didácticos y su responsable no tiene acceso al equipo técnico de coordinación pedagógica en el que, entre otras cuestiones, se discuten asuntos en materia presupuestaria y de líneas educativas generales del centro docente. Quizás pudiéramos seguir alargando la lista de incoherencias que podemos encontrar entre lo que las administraciones dicen en sus leyes y directrices generales y lo que después permiten en sus reglamentos –el dicho “haz tú la ley que yo haré el reglamento” parece cobrar una nueva dimensión en el asunto de las bibliotecas y las estrategias de animación a la lectura-, pero con lo ya expuesto podemos hacernos una idea muy aproximada de lo que en la actualidad entendemos por “biblioteca escolar” y de algunos de los problemas con los que se encuentra el encargado de la misma al tener que debatirse entre el deseo de satisfacer lo que la legislación, el alumnado y el profesorado le exige, y la realidad de la escasez de medios y capacidad decisoria. Aparte de los problemas derivados de la organización de los centros –o precisamente a causa de ellos-, las bibliotecas escolares se encuentran con el reto de intentar satisfacer las expectativas y necesidades de un alumnado que no ve en el libro un medio idóneo para acceder a la información y a la diversión. La transformación del concepto biblioteca en mediateca perseguía esa intención de adaptarse a las nuevas necesidades creadas por los nuevos tiempos, pero es frecuente que las nuevas mediatecas escolares incorporen material audiovisual puramente testimonial y mal catalogado, así como que no ofrezcan la posibilidad de visionado o audición de los documentos y traten esos textos audiovisuales con las mismas técnicas y estrategias con las que tradicionalmente se ha tratado el libro. Sin duda era necesario el salto del libro hacia otros medios, pero ese salto debe prolongarse y no quedarse en el almacenamiento de discos, periódicos y videos; se nos hace necesario emplear las posibilidades que las nuevas tecnologías de la información nos ofrecen para dar a conocer, y para animar a conocer, aquello de lo que ya disponemos en nuestros anaqueles, y también necesitamos emplearlas para acercar al alumnado aquello de lo que no disponemos físicamente, pero sí virtualmente.
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