JUAN CARLOS ALFEO ÁLVAREZ
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid
17 de septiembre de 1983: empieza la cuenta atrás.  


El comunicado de prensa de TVE en relación con el programa no podía ser más escueto; en apenas un par de páginas y bajo el título “Infantil para la matinal de los sábados” informa:

“A partir del 17 de septiembre [de 1984] se comenzará a grabar en los Estudios Roma “La bola de cristal”, nuevo programa dedicado al mundo infantil, en concreto a los niños con edad comprendida entre los 3 y los 10 años, que tiene previsto emitirse los sábados por la mañana. (…)
Lola Rico de Alba (…) será la encargada de dirigir este nuevo espacio con duración aproximada de hora y media. En “La bola de cristal” se combinará la producción extranjera y la nacional. La sección de dibujos animados y cuentos correrá a cargo de ciertas compañías con sede más allá de nuestras fronteras; mientras que la parte musical y los muñecos de guiñol se reservarán para creadores nacionales.

LOS GENIOS

Una de las innovaciones del programa será la inclusión de muñecos de guante españoles relacionados con el mundo de la televisión. De esta manera, aparecerán personajes como el Genio de la cámara, el Genio del sonido…. Que convivirán en un improvisado estudio de grabación, ayudando a familiarizar al niño con el medio audiovisual. La utilización de un decorado activo, participativo, puede considerarse otra de las novedades de espacio. Objetos como una cámara de televisión, convenientemente pintada de verde o rojo, un micrófono… tendrán vida propia con el fin de llamar la atención del niño e introducirle en el campo de la técnica.(…)
“La bola de cristal” se presentará como un programa totalmente distinto a “La cometa blanca”, conservando de aquél tan sólo su carácter educativo. En el espacio no existe ningún tipo de participación por parte del público infantil, que se limitará a aprender y entretenerse.
La realización correrá a cargo de Ernesto Quintana y sobre los futuros presentadores aún puede decirse poco ya que su selección depende del resultado de las pruebas que se realizarán en la próximas semanas” .

El comunicado no está fechado, sin embargo es evidente que la idea motriz es aún muy vaga en el momento de su redacción. Los emblemáticos “electroduendes” aún no pasaban de “genios” y sólo hay una imprecisa mención a dos de ellos que acabarán conociéndose como Maese Cámara y Maese Sonoro. Isabel Bauzá, esposa de otro miembro del equipo, el realizador Ernesto Quintana , y el dibujante Gerardo Amechazurra aún no constan como presentadores y otro tanto sucede con Alaska y el resto de protagonistas del espacio; de hecho, la prensa del momento aún no tiene claros los nombres de los protagonistas y, cuatro días después de su primera emisión, en la revista Diez Minutos puede leerse lo siguiente:

“El programa, que constará de tres bloques, será presentado en el primero de ellos por unos muñecos de Alejandro Millán que se denominarán ‘Cámara’, ‘Sonido’, ‘Adaptación’, ‘Bruja-avería’’ y ‘Bruja-truca’ “

Efectivamente, el programa se empieza a grabar el 17 de septiembre de 1984, según el plan previsto, en los Estudios Roma, situados en el Polígono Industrial de Fuencarral, al norte de Madrid -actual sede del canal Tele 5- aunque más tarde pasarían a grabarse en Prado del Rey. La producción de cada capítulo abarcaba quince días y la grabación de cada programa se llevaba a cabo en tres. El primer programa se emitió el 6 de octubre de 1984, y el último, el 25 de junio de 1988.

“Nosotros dedicamos un día a grabar el ‘Libro visor’, otro a los ‘Electroduendes’ y otro a grabar el resto de las cosas del programa. El dejar algo pendiente retrasa todo muchísimo, por eso se va contra-reloj. Pero también las grabaciones tienen sus facetas divertidas, como Pedro [Reyes] y Pablo [Carbonell], que nunca se saben el guión y siempre lo improvisan todo, cosa que les da mucha gracia: Olvido, que a veces no puede actuar porque no puede dejar de reírse (…)”

En su concepción original, el programa debía cubrir un espectro de público bastante amplio que abarcara desde los 3 a los 10 años; para ello estaba estructurado en 3 secciones de media hora de duración. La primera de ellas, protagonizada por los electroduendes, estaba dirigida inicialmente a los televidentes en edad preescolar –y así seguiría siendo, al menos en su aspecto formal-; en ella, las marionetas diseñadas por Miguel Ángel Pacheco se divertían a costa de los humanos haciendo gala de un humor que podía llegar a ser verdaderamente mordaz e irónico y que constituye, a mi juicio, una de las claves del éxito del programa: ofrecer diferentes niveles de lectura en función del perfil del espectador. Esto explicaría, en parte, por qué un programa infantil podía resultar atractivo a un público tan diverso; esto… y, por supuesto, la música, pero de ella hablaremos más adelante.

El “librovisor”, la segunda de las secciones del programa, fue la que sufrió más cambios a lo largo de su desarrollo. Pensada, en principio, para promover la lectura entre los televidentes infantiles, una intención que encaja perfectamente con la trayectoria, podríamos decir pedagógico-literaria, de su directora, estaba conducida por Olvido Gara –Alaska- junto a otro personaje: ‘Mantequilla’ encarnado por el joven Miguel Ángel Valero . Más adelante, Miguel Ángel dejó paso a dos humoristas recién fichados: Pedro Reyes y Pablo Carbonell que, si bien en un primer momento se ciñeron al guión, no tardaron en hacer de la improvisación su verdadera seña de identidad, para desesperación de la, al parecer, metódica Alaska. En esta segunda etapa de la sección, el abanico se abrió para dar paso a otras manifestaciones artísticas, entre ellas la música compuesta para la ocasión por autores del panorama musical del momento, muchos de los cuales acabarían convirtiéndose en el germen de la conocida y controvertida Movida Madrileña como Santiago Auserón (Radio Futura), Kiko Veneno o Loquillo, a parte de la propia Alaska. De hecho se debe a José María Cano (componente del también mítico grupo Mecano) la sintonía de “La bola de cristal”.

El “librovisor” se había ido transformando, dejando paso a las parodias de culebrones hasta que llegaron Nicolás Barrero y Mercedes Sánchez con “vidas ejemplares” un espacio dedicado a parodiar a personajes de cierta relevancia pública.

Si bien los electroduendes -a los que según ellos, con letra de Auserón, nadie comprendía- acabaron convirtiéndose en la identidad, en los auténticos iconos del programa, la tercera sección constituía la verdadera carta de naturaleza de “La boda de cristal”. No olvidemos que uno de sus objetivos era la captación de su audiencia hacia un mundo poblado por criaturas electrónicas y empeñado en llevar a cabo una auténtica inmersión en una cierta cultura televisiva ‘de calidad’. Esta sección recibió el nombre de “La banda magnética” y estaba dirigida a cultivar el acervo audiovisual del sector juvenil de la audiencia. Por un lado, el personaje de “Mantequilla” se dedicaba a hacer repaso de conceptos específicos tanto del cine como de la televisión, por ejemplo, la distinción entre los diferentes tipos de planos de cámara o de las características de los géneros cinematográficos. En esta fábrica de cinéfilos y “teléfilos” tenían un papel esencial las series de producción ajena, de las cuales “La pandilla” fue la primera en emitirse para dejar paso después a las celebérrimas “The Munsters”, “La Pandilla” o “Embrujada”.
Por fin llegó “La Cuarta Parte” y la propia Lolo Rico ofrece una versión bastante acorde con el tono general del programa para explicar el evento:

“Después de la literatura, ¿podíamos olvidar el cine? ¡Buena se hubiera puesto la bruja Truca! Y con el cine se ponía punto final, ¡qué descanso! Hasta que Ramón Gómez Redondo, director de programas en aquellas fechas Gonzalo Vallejo, nuestro interlocutor directo y jefe de la primera cadena, o publicidad y marketing, que ya mandaban mucho, o vaya a saber usted quién, dijo con naturalidad en el gran despacho reservado para las reuniones de todos ellos: Media hora más. Me lo comunicaron como un honor, como diciendo: ‘El programa que haces es tan bueno que te regalamos otros treinta minutos, sin más presupuesto ni aumento salarial’ Y uno debía poner cara de circunstancias y dar las gracias. Menudo regalo.”

Esto ocurrió en torno al programa número 21, y con el añadido “La bola de cristal” alcanzaba las dos horas de emisión. La cuarta parte estaba compuesta, a su vez, por dos secciones diferenciadas: “El cuarto hombre” en la que el polifacético Javier Gurruchaga dejaba correr la imaginación comentando imágenes y sucesos de actualidad preparados por el documentalista del programa, Francisco Quintanar . Fue en esta sección donde Gurruchaga, con el fin de dar mayor entidad a la sección, creó una serie de personajes que luego le acompañarían en otros espacios televisivos, ya en solitario, encarnando a toda su “supuesta” familia: Cayetana, su madre; Nancy, su tía americana y su padre.

Evidentemente, a pesar de los esfuerzos de Gurruchaga y “su familia”, la media hora era aún demasiado larga, por lo que se decidió a dar un mayor protagonismo a la música en la segunda parte de esta media hora. En virtud de esta decisión se empezaron a grabar videoclips de grupos de pop y rock de la Movida, videoclips que, a juicio de algunos, constituyeron un factor más de vanguardia por tratarse de un género que tenía aún escasa presencia en el panorama musical televisivo; de hecho son los primeros videoclips realizados en TVE como producción propia. La música constituyó, como ya se ha dicho, el factor de enganche definitivo de un sector más amplio de la audiencia que rebasaba con creces la “edad objetivo” del programa pero que podía encontrar en “La bola de cristal” un punto de anclaje para sus propias inquietudes culturales y de ocio.

“La cuarta parte” sufrió también importantes modificaciones tras la marcha de Gurruchaga, llegando incluso a ser ofrecida como programa independiente, debido, al parecer, a las críticas sobre unos contenidos que, a decir de algunos, no resultaban acordes con las líneas programáticas de una audiencia infantil, siendo más propios de una audiencia adulta. Fue memorable, por ejemplo, la actuación de un Javier Gurruchaga travestido de encajes y peluca de bucles, a lo Shirley Temple, interpretando su propia versión de “Stand By Me”.