La crisis del lenguaje
y sus implicaciones para la educación

Del mundo analógico al mundo digital
Limitaciones Educativas
de la Concepción Informacéntrica

Para pensar las nuevas tecnologías
en formas distintas
Referencias
 
  Clotilde Fonseca Quesada
Fundación Omar Dengo
Costa Rica

 
 
  Para pensar las nuevas tecnologías en formas distintas

Me pregunto, por lo tanto, ¿qué pasaría entonces si pensáramos las nuevas tecnologías de formas distintas? ¿Qué pasaría si nos acercáramos a ellas por medio de la exploración y la experiencia? ¿Sería posible intentar un abordaje fundamentado en sus potencialidades interactivas, en su capacidad para la simulación, un abordaje que se apoyara en su riqueza hipertextual y su flexibilidad para acercarse al conocimiento desde distintos ángulos o puntos de entrada, basado en los perfiles cognoscitivos, inclinaciones y potencialidades de los aprendices, sean éstos alumnos o educadores? ¿Qué pasaría, en suma, si quisiéramos convertir a las nuevas generaciones en usuarios proactivos, en individuos con capacidad para comprender los fenómenos y para crear en contextos tecnológicos, productivos y culturales nuevos? ¿O es que debemos continuar fomentando el uso pasivo? ¿Qué ocurriría si pensáramos nuestra sociedad, tal y como lo ha sugerido Mitchel Resnick, en función del potencial creador que hacen posible las nuevas tecnologías y no simplemente en función de la acumulación de información?

Como es obvio, el desarrollo de una cultura digital amplia y sólida es de gran trascendencia para individuos, países y sociedades. El deseo de prepararse para el mundo del trabajo y las exigencias que estas transformaciones imponen sobre los sistemas educativos, con frecuencia nos llevan a obviar algunos aspectos fundamentales que deberían caracterizar los nuevos contextos educativos, sobre todo en una época como la actual en la que nos enfrentamos a una progresiva des-escolarización de una gran parte de los aprendizajes. Entonces, es preciso preguntarnos ¿cuál es en este momento la función esencial que debe cumplir la escuela? ¿Cuál es el papel, verdaderamente insustituible que todavía está llamada a cumplir?

Por desgracia, no tenemos respuestas claras para todas estas preguntas. Tampoco podemos esperar una solución uniforme para todos los casos de aprendizaje abierto y todos los niveles de la educación formal. Es necesario procurar que exista diversidad de opciones. A pesar de esto, las siguientes reflexiones quizá puedan servir como punto de partida para una discusión que, por su trascendencia y complejidad, desborda las posibilidades de este artículo.

  1. Innovación o novedad: Para poder determinar si las nuevas tecnologías constituyen una novedad o una innovación sustantiva, es preciso establecer el uso propuesto o el aprovechamiento sugerido. El carácter de novedad o de innovación educativa depende, en definitiva, de la concepción a partir de la cual haya sido diseñada la experiencia y de la forma en que el aporte sustancial de la tecnología misma sea incorporado como elemento potenciador de aprendizaje y desarrollo humano. Es importante observar las formas en que las tecnologías digitales han sido incorporadas a otras áreas del quehacer humano. En la Medicina, por ejemplo, la incorporación de las tecnologías digitales ha traído como consecuencia la transformación radical de los métodos mismos, de las formas de hacer. Es preciso trabajar en esa dirección en el ámbito educativo.

  2. El aprendizaje del acceso a la información: Es necesario redireccionar la proa de nuestros esfuerzos hacia el aprendizaje, hacia el desarrollo y la formación de los individuos, hacia la incorporación de las tecnologías digitales como recursos productivos y creativos en ambientes educativos estimulantes y rigurosos, diseñados a partir de las necesidades e intereses de los sujetos involucrados, y con el mayor nivel de conocimiento y experiencia posible en relación con el potencial de las tecnologías. De ahí la importancia de evitar la subutilización de los recursos o la reducción o degradación de sus posibilidades.

  3. El aprendiz, la multiplicidad de abordajes y de puntos de entrada: Toda aplicación educativa que pretenda un verdadero aprovechamiento de las tecnologías digitales debe privilegiar la centralidad del aprendiz. Y, según sea el caso, el aprendiz puede ser el estudiante, el educador, o el ciudadano en términos amplios. Es sorprendente que aún hoy sea necesario recordarlo. Dado que las más recientes investigaciones y teorías cognoscitivas insisten en la importancia de atender las diferencias individuales y los distintos perfiles de inteligencia de los individuos, resulta imprescindible crear ambientes educativos abiertos que permitan la exploración y la intermediación de los aprendices en relación con los contenidos, abordajes y ritmos dentro de los cuales se construirán los aprendizajes. Las tecnologías digitales son particularmente aptas para crear diseños pedagógicos con esta orientación. Éste es, sin duda, un ámbito que ofrece grandes posibilidades y donde hay todavía mucho que investigar, proponer, experimentar y valorar.

  4. La información no es conocimiento: Es preciso repetir una y otra vez que, como lo hemos reiterado aquí, la información no es conocimiento; la presencia de ésta tampoco lo garantiza. Una de las más grandes amenazas a la que nos enfrentamos en estos tiempos de sobredosis de información es la todavía limitada capacidad de los individuos para analizar, diferenciar y evaluar. Para que la información se convierta en conocimiento se requiere comprensión, articulación de ideas, asimilación, captación de conceptos y desarrollo de la capacidad para aplicar y actuar a partir de lo aprendido. El acceso a bases de datos y a bibliotecas electrónicas no garantiza la formación o la comprensión.

  5. Importancia del desarrollo de capacidades: El tránsito de la era industrial a la era digital ha traído consigo un marcado abandono de las destrezas físicas asociadas al trabajo manual repetitivo. Ha exigido, sin embargo, un fortalecimiento de la capacidad intelectual, del procesamiento simbólico, al igual que mayores niveles de abstracción, creatividad, flexibilidad y autonomía. La era digital exige cada vez más "analistas simbólicos" capaces de agregar valor y adaptarse a cambios constantes de manera creativa y propositiva. Es en esta dirección en la que deben apuntar nuestros esfuerzos.




    En un mundo cambiante e inestable, es esencial centrarse en la formación y en el desarrollo de capacidades más que en la estimulación de destrezas puntales que están siempre sujetas a la obsolescencia. Es preciso trabajar lo cognoscitivo, lo actitudinal y lo tecnológico en un marco que promueva la productividad, la comprensión y la eficacia.

  6. Importancia de la investigación: En general, la comunidad internacional ha dado poca importancia a la investigación sobre el aprendizaje mediado por Internet y por otras tecnologías digitales. Es urgente que se dediquen recursos y esfuerzos a estudiar cómo aprende la gente cuando lo hace en contextos cibernéticos. La urgencia por materializar proyectos y aplicaciones no debe estar desvinculada de los esfuerzos por comprender estos fenómenos y por depurar las lecciones aprendidas a partir de la experiencia y la reflexión. Por otra parte, cada tecnología tiene distintas limitaciones y potencialidades. Hay que analizar los distintos recursos digitales para determinar sus áreas de aprovechamiento y sus deficiencias. Estos vacíos deben ser conocidos, explicitados y, preferiblemente, compensados.

  7. Redefinición de las relaciones de poder: Las tecnologías digitales y la creciente importancia que han adquirido las destrezas creativas e intelectuales han traído como consecuencia una redefinición de las relaciones de poder y de los esquemas de trabajo. Hoy más que nunca resulta trascendental fomentar en los individuos la capacidad para trabajar en forma colaborativa, para conformar redes de aprendizaje y fundamentar el liderazgo en el conocimiento, la interacción y la visión, más que en el poder conferido por esquemas de autoridad tradicional.

  8. Redefinición del acceso: El "acceso" no puede ser entendido simplemente como "contacto," cercanía o disponibilidad material. Para que tenga valor en el contexto social y educativo, el acceso debe incluir el desarrollo de capacidad efectiva de las personas para lograr una interacción y un aprovechamiento real. Sin embargo, se sobredimensiona la importancia del "acceso" a la tecnología en detrimento de la formación para la comprensión y uso crítico y creativo de la información y los recursos que están disponibles en la Red. El concepto de "acceso" debe ser redefinido.

  9. Lo digital es mucho más que Internet: El mundo digital es mucho más que Internet. La poderosa presencia de la Red hace olvidar, con frecuencia, que para integrarse al mundo digital se requieren múltiples conocimientos, destrezas y habilidades, muchas de las cuales no son de naturaleza tecnológica. No se puede pensar que porque se tiene la conectividad se han resuelto todos los problemas y se cuenta, por ese hecho, con todas las posibilidades. Éste es un problema común de algunos políticos y de algunos organismos internacionales. Aunque sea políticamente correcto y valioso garantizar el acceso a la Red, es también importante tener en cuenta que es posible programar actividades pedagógicas de base tecnológica muy significativas que no necesariamente demandan conectividad.

  10. Comunidades de aprendizaje y aprendizaje permanente: Aún cuando pueda resultar obvio recordarlo, es necesario tener en cuenta que progresivamente se conforma una sociedad en la que el aprendizaje permanente es cada vez más una constante y en la que los medios virtuales y telemáticos irremediablemente complementarán los ambientes de educación presencial. La formación de jóvenes y adultos estará cada vez más enriquecida por formas de aprendizaje abierto que permiten la actualización, la adquisición e intercambio de información y conocimientos y el desarrollo de nuevas destrezas a lo largo de la vida. Esto será particularmente importante en el medio laboral, donde las nuevas generaciones aprenderán en la red de las más diferentes formas. De distintas maneras se conforman comunidades de interés y grupos de discusión y de intercambio.

  11. De la conectividad al "connectedness" de las redes humanas: El énfasis excesivo en los aspectos tecnológicos hace que con frecuencia se privilegie el componente de infraestructura-el alambrado-y el componente de información u oferta de cursos. El factor humano no puede ser obviado. Resulta esencial tener en cuenta los aspectos asociados a la creación de interfaces y las consideraciones relativas a los aspectos epistemológicos y sociales asociados al aprendizaje y a la construcción de vínculos cognitivos y nexos interpersonales que permitan la creación de redes humanas significativas que hagan posible la interacción y el aprendizaje.

  12. Dimensión ética y desarrollo de valores: Es preciso que desde la educación se asuma una reflexión sobre los aspectos relacionales inherentes al nuevo desarrollo tecnológico y humano, de manera que éste se dé en un marco de equidad, respeto a la diversidad y a los derechos de los otros, así como a las necesidades del ambiente ampliamente concebido. Lo tecnológico y lo virtual es hoy también parte del hábitat humano. Sin embargo, al igual que en el caso del ambiente natural, los recursos tecnológicos son finitos y su aprovechamiento debe enmarcarse en el contexto de principios y conductas que hagan posible no sólo su progresiva democratización, sino también un uso provechoso que sea personal y socialmente sano.

En suma, la innovación de fondo que las nuevas tecnologías digitales podrían hacer posible, se ha visto más bien limitada por dos razones esenciales: a) una visión educativa imperante que es anacrónica y a la que se incorporan las nuevas tecnologías justamente como elementos potenciadores de las limitaciones del paradigma tradicional, y b) el desconocimiento del verdadero potencial de las tecnologías como herramientas que permitirían replantear los procesos de enseñanza- aprendizaje de manera radical.

Por ellas es necesario actuar con visión y dirección para construir no sólo una nueva economía que permita a los individuos y a los países producir en el mundo competitivo y globalizado, como suele afirmar hoy una parte de la retórica educativa de corte modernizante, sino también, y sobre todo, para empezar a conformar una nueva cultura educativa y una sociedad más articulada, equitativa y productiva de naturaleza distinta. Para lograrlo es necesario actuar con visión y dirección. Y aquí es donde frecuentemente enfrentamos las más serias limitaciones.

En los procesos de formación de las generaciones nuevas, es imprescindible superar el paradigma centrado exclusivamente en la "conectividad" y en el acceso a información. Estos elementos, como dijimos, son condiciones necesarias pero no suficientes. Es prioritario privilegiar el desarrollo de destrezas intelectuales y creativas superiores, que pongan un énfasis en la comprensión, en el conocimiento y en el desarrollo de la capacidad analítica, creativa y productiva. Es preciso promover la interacción y el intercambio que trasciende la mera conectividad y que fomenta lo que David Johnston ha llamado el "connectedness" (2000), es decir, el establecimiento de vínculos e interrelaciones entre personas y organizaciones que permitan el flujo de ideas y privilegien la producción colaborativa. Es esencial superar la centralidad que ha tenido todo lo relativo al equipamiento y el interés por la digitalización de contenidos que son simplemente "volcados" o "adaptados" en forma superficial. Es necesario, además, superar la visión lineal del desarrollo para abordar la tarea de formación de las personas de manera sistémica, multidisciplinaria, dinámica y permanente.

Las nuevas tecnologías -sean éstas digitales, inalámbricas o bioinformáticas, o "de la información y la comunicación"- pueden convertirse en una moda, en algo que agregamos a lo existente, como una novedad relativamente intrascendente. Si no logramos superar el paradigma centrado en la información, es difícil que logremos impulsar los cambios medulares de naturaleza cualitativa que todos buscamos. Al querer responder a los retos inminentes que nos plantea esta era de las tecnologías digitales y las redes, no podemos obviar el análisis y la reflexión. Nada más peligroso. Es preciso centrar nuestra atención en los verdaderos desafíos, en las áreas a las que hay que abordar de manera transformadora, con la sabiduría de quienes tienen claro que los cambios humanos toman tiempo y requieren de apoyo sostenido.