Algunas ideas previas.
El rol del profesor en los nuevos entornos de comunicación.
Los escenarios de formación están cambiando.
Referencias
  Julio Cabero Almenara
Universidad de Sevilla
 
 
  El rol del profesor en los nuevos entornos de comunicación.


Una de las transformaciones más significativas se tiene que dar en el profesorado, el cual deberá desempeñar nuevos roles como los siguientes:

Consultores y facilitadores de información.
Facilitadores de aprendizaje.
Diseñadores de medios.
Moderadores y tutores virtuales.
Evaluadores continuos y asesores.
Orientadores.

Aunque los nuevos entornos de comunicación nos propician y ofrecen el aumento de la información que puede ser puesta a disposición de los estudiantes y pese a la deslocalización del conocimiento de los lugares cercanos a los estudiantes y de su profesor más inmediato, todo ello no significa que el profesor pierda protagonismo en lo referido a la información. Por el contrario, y de forma diferente a lo que algunas personas creen y exponen, las nuevas tecnologías van a llevar a que desempeñe nuevas funciones relacionadas con ésta, que irán desde buscar información en la red para adaptarla a las necesidades generales de sus estudiantes, o a las necesidades y demandas concretas que a la hora de la evolución del proceso de aprendizaje se vayan presentando. Dicho de otra forma: el profesor desempeñará una función de evaluador y selector de información adaptada a sus estudiantes, es decir, será un soporte de información y de acceso a recursos para los propios estudiantes.

Lo que señalamos guarda relación con el primer principio formulado por Inglis y otros (1999) para la organización del aprendizaje on-line, para quienes una buena práctica en esta modalidad de aprendizaje debe suponer una meticulosa planificación y organización de los recursos a nuestra disposición.

Por lo demás, otra de las funciones que van a desempeñar los profesores es aquella relacionada con el diseño de los medios y de los entornos de aprendizaje. Al contrario de lo que usualmente se cree, la utilización de los entornos de teleformación va mucho más lejos del simple hecho de la ubicación de la información en la red, aunque ésta siga una estructura específicamente creada y desarrollada para ese fin. También por el contrario, supone la organización y gestión de diferentes elementos para que de esta forma se pueda facilitar el aprendizaje en los estudiantes. Ello implica que el profesor realice una serie de esfuerzos para garantizar que todos los participantes en el proceso tengan las mismas garantías para su incorporación, independientemente de sus posibilidades de acceso a la tecnología, de su localización física, de su nivel de comprensión del lenguaje, o de su habilidad y pericia para interaccionar con el sistema y supone, además, que todos estén trabajando con la información que progresivamente se les vaya presentando, realizando las actividades y siguiendo el cronograma que se haya previsto para la secuenciación de la actividad.

Por consiguiente, el profesor se va a convertir en un diseñador de situaciones de aprendizaje y de situaciones que deberán girar en torno al estudiante y a que éste adquiera los conocimientos previstos. Dicho en otros términos, el profesor se convertirá en un facilitador del aprendizaje desde la perspectiva de que lo importante no será el entorno en que se produzca, sino que él mismo se encuentre a disposición del estudiante para que éste llegue a aprender. Como señalan Harasim y otros (2000), a diferencia de la actividad tradicional en la que el profesor dirige la instrucción, da pie a las intervenciones y marca el ritmo de la clase, el aprendizaje en grupo en red está centrado en el alumno y requiere un papel diferente del profesor, más cercano al ayudante que al encargado de impartir lecciones. "El énfasis tiene que estar en el propio proceso intelectual del alumno y en el aprendizaje en colaboración" (Harasim y otros, 2000, 198).

El profesor, de esta forma, pasa de ser un experto en contenidos a un facilitador del aprendizaje, lo cual le va a suponer realizar diferentes tareas como son: diseñar experiencias de aprendizajes para los estudiantes, ofrecer una estructura inicial para que los alumnos comiencen a interaccionar, animar a los estudiantes hacia el autoestudio, o diseñar diferentes perspectivas sobre un mismo tópico.

Ahora bien, también el profesor va a jugar un papel importante en el diseño de medios, materiales y recursos adaptados a las características de sus estudiantes, materiales que no sólo serán elaborados por él de forma independiente, sino en colaboración, tanto con el resto de compañeros involucrados en el proceso, como con otra serie de expertos. Desde esta perspectiva, el profesor deberá aprender a trabajar en equipo y en colaboración con otros profesionales. Cada vez es más corriente la formación de consorcios entre diferentes colectivos de profesores para la organización de cursos de forma conjunta, en los cuales cada uno de ellos aporta sus conocimientos más relevantes y todos salen beneficiados por la suma de los esfuerzos realizados por todos. Este movimiento que por ahora se está impulsando para el desarrollo de títulos propios, másteres, maestrías y cursos de postgrado, se extenderá, sin duda, a otros cursos como los obligatorios y los troncales.

Es importante tener en cuenta que este trabajo en equipo no sólo se referirá a los profesores implicados, sino también al conjunto de profesionales necesarios para el desarrollo y la producción de entornos de teleformación, que por lo general deberán estar formados por un experto en contenidos, un experto en el diseño de materiales didácticos y expertos técnicos en la producción de materiales multimedia para al red.

A continuación, vamos a referirnos a dos de los roles más significativos, desde nuestro punto de vista, que desempeñarán los profesores en estos nuevos entornos de formación, y, sin lugar a dudas, les supondrán la necesidad de adquirir nuevas habilidades, destrezas y dominios técnicos. Nos estamos refiriendo a los de moderador y tutor virtual.

Como hemos indicado en otro lugar, en los nuevos entornos de comunicación los ordenadores son una pieza básica para establecer la comunicación entre los diferentes participantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje; su importancia es tal que solemos referirnos a ella como "comunicación mediada por ordenador", es decir, aquella modalidad de formación en la cual la transferencia, intercambio, almacenamiento y comunicación se realiza a través de ordenadores que están conectados a Internet o a una Intranet. Ryan y otros (2000) nos indican que la comunicación mediada por ordenador nos ofrece una serie de posibilidades para la formación: frecuentes contactos entre los estudiantes y los tutores, cooperación y colaboración para enfatizar el aprendizaje; silencio, reflexión y aplicación de las facilidades de aprendizaje de los estudiantes; feed-back continuo con los estudiantes, y la posibilidad de desarrollar diferentes experiencias de aprendizaje.

Esta comunicación mediada por ordenador nos va a permitir distribuir programas flexibles de aprendizaje, donde todos los participantes pueden trabajar de manera interactiva, tanto entre ellos como con el material objeto del entorno, independientemente del espacio y el tiempo en el que se encuentren. Por tanto, estamos hablando de una modalidad de comunicación que incorporará diferentes elementos y recursos técnicos (chat, e-mail, grupos de discusión...) para favorecer una comunicación sincrónica y asincrónica entre los participantes en el proceso de instrucción.

En estos entornos, como podemos imaginar, el rol que desempeñe el profesor será fundamental para garantizar la calidad y eficacia del proceso. Ryan y otros (2000, 110) nos hablan de cuatro roles básicos del profesorado: pedagógico, social, de dirección y técnico. De todos ellos el más significativo es el primero, mediante el cual el profesor contribuye a la creación del conocimiento especializado, centra la discusión sobre los puntos críticos, responde preguntas, responde a las contribuciones de los estudiantes, y las sintetiza. Es también importante el segundo rol, ya que por él se potencia la creación de una atmósfera de colaboración en línea entre los diferentes participantes, se lleva el tiempo de las intervenciones y se marca la agenda para el desarrollo y la exposición de los temas.

Para Paulsen (1995), los roles fundamentales del moderador se pueden clasificar en el plano organizativo, social e intelectual. El primer rol supone que el profesor se encargaría de estimular la participación cuando el estudiante se esté retrasando, de requerir la participación regular en el proceso, de invitar a expertos a que puntualmente se incorporen al proceso y, ocasionalmente, de hacer que los estudiantes conduzcan la discusión. Esta misma línea es compartida por Mason (1991) al hablar de los siguientes roles: organizativos (establecer la agenda de la conferencia, determinar los objetivos de la discusión, el itinerario y la especificación de las reglas que la marcarán), social (crear un ambiente amistoso y socialmente positivo que sea propicio para el desarrollo de un ambiente de aprendizaje positivo), e intelectual (enfocar los puntos fundamentales, recapitular y evaluar las intervenciones).

El profesor, si bien no tendría que ser un experto técnico, sí deberá poseer unas mínimas habilidades técnicas, por una parte, para intervenir en el sistema y, por otra, para resolver las limitaciones que se le vayan presentando al estudiante para interaccionar en el sistema. En consecuencia, podemos decir que el estudiante tendrá que tener habilidades técnicas para usar las asistencias, contribuir en el feed-back para la resolución de los posibles problemas técnicos, recomendar alternativas u ofrecer información para el aprendizaje de determinados elementos técnicos.

La propia Unión Europea, tras la reunión del Consejo de Europa celebrada en Lisboa el 23 y 24 de marzo de 2000, se propone conseguir el objetivo de que " los Estados miembros garanticen que todas las escuelas de la Unión tengan acceso a Internet y a los recursos multimedia a finales de 2001, y que todos los profesores necesarios estén capacitados para usar Internet y los recursos multimedia a finales de 2002".

Pero posiblemente sea Salmon (1997, 1998 y 2000) el autor que en los últimos años se ha preocupado más por el asunto que nos ocupa, siendo una de las personas que ha acuñado los términos e-moderator y e-moderating, para referirse con ellos a la persona que preside y regula el encuentro electrónico on-line.


Este autor nos presenta un modelo con cinco pasos que debe desarrollar el profesor: acceso y motivación, socialización en línea, intercambio de información, construcción del conocimiento y desarrollo. (fig. nº 1).

En el primer paso, el profesor da instrucciones sobre cómo usar el sistema y propicia la confianza de los usuarios, animándolos a que sigan hacia delante. En el segundo, debe perseguir la cohesión del grupo, procurando desarrollar un camino sistemático de trabajo on-line.

En el tercero, se pretenderá animar a todos los participantes para contribuir a la discusión, reconocer y ofrecer diferentes estilos de aprendizaje y síntesis, y tejer la información. En el cuarto, se pretenderá la construcción del conocimiento, adoptando posiciones que nos permitan aprender de los problemas, tratar conflictos y ofrecer un feed-back a los participantes; en este momento el moderador debe ir progresivamente reduciendo sus intervenciones para que se aumenten las de los alumnos y de esta forma generen su propio conocimiento.
En el último paso, se pretende que el estudiante se haga independiente.

Cada una de estas etapas supone el dominio de diferentes habilidades por parte de los profesores que superan el marco del presente artículo; no obstante, remitimos al lector interesado en su profundización al trabajo publicado por Salmón (2000).

Una de las funciones más significativas del profesor será la de dar por finalizado el proceso de una conferencia por medio de ordenadores. La experiencia viene a indicar que, por lo general, tres semanas suponen un tiempo suficiente.

El profesor deberá desempeñar diariamente la función de tutorización con el fin de analizar las actividades que está realizando el estudiante. Desde nuestro punto de vista, frente a la tarea de tutorización de una acción presencial, que usualmente surge a reclamo del estudiante, el profesor debe adoptar una posición más activa, interviniendo e indagando sobre situaciones problemáticas que vayan apareciendo a lo largo del proceso.

Las tareas que normalmente realizará el tutor serán muy variadas y, a grandes rasgos, las podemos sintetizar, de acuerdo con las posturas de diferentes autores, en los siguientes aspectos:

- Presentar el curso y las normas de funcionamiento a los estudiantes.

- Resolver de forma individual y colectiva las dudas que surjan a propósito de la interacción con los   materiales que les vayan presentando.

- Animar a la participación de los estudiantes.

- Fomentar actividades de trabajo colaborativo.

- Realizar las valoraciones de las actividades realizadas.

- Desarrollar una evaluación continua formativa.

- Determinar las acciones individuales y grupales, en función de las necesidades de los diferentes   estudiantes.

- Incitar a los alumnos a que amplíen y desarrollen sus propios argumentos y los de sus compañeros.

- Asesorar en métodos de estudio en la red.

- Facilitar y negociar compromisos cuando existan diferencias de desarrollo entre los miembros del   equipo.

- Facilitar información adicional para la aclaración y profundización de conceptos.

- Ayudar a los alumnos en sus habilidades de comunicación, señalándoles en privado sus posibles   mejoras para un mayor entendimiento con el grupo y para el seguimiento del proceso.

Difícil será, por lo que hemos comentado más arriba, diferenciar entre la función de tutor y la de orientador. Para nosotros, el matiz que las distingue radica en dejar la función de orientación para todo lo referido a los problemas administrativos y académicos que progresivamente le vayan surgiendo al estudiante. Desde esta perspectiva, cabe señalar que en un momento el profesor se convertirá en el intermediario entre el estudiante y la institución educativa virtual en la cual se encuentre cursando los estudios, y es importante que el profesor pueda aportar información y asesoramiento, pues la credibilidad en el sistema inicialmente pasará por él.

Creemos que el aprendizaje en un entorno telemático de formación requiere la aplicación de una evaluación continua, por la que el estudiante vaya siendo consciente de las habilidades y conocimientos adquiridos. Para ello, puede ser de utilidad el envío, mediante correos electrónicos individuales o comunicaciones colectivas a grupos de discusión, de determinadas actividades que, de manera paulatina, permitan una revisión de las actuaciones realizadas. Por otra parte, esta función debe servirle al profesor para establecer contactos individuales con los estudiantes, con el fin de hacerles reflexionar y comprender sus propios progresos en el estudio.

De lo expuesto se deduce que la incorporación de las nuevas tecnologías a la enseñanza tendrá consecuencias directas para la transformación de los roles que desempeñará el profesor, pero su figura seguirá siendo determinante para conseguir e impulsar un sistema educativo de calidad, impulsado, como vemos, por más variables que la simple presencia de tecnologías, por muy novedosas y sofisticadas que éstas sean.